domingo, 19 de septiembre de 2010

Semanario Expresión,

SEMANARIO EXPRESIONPOR: ROSA CHAMBERGO MONTEJO

¿SANCIÓN O VOTO PARA QUIEN NO HA SABIDO GOBERNAR?:
El filósofo alemán Bertold Brecht escribió: “El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio de los frejoles, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado, y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales".

Traigo a colación este pensamiento que cala en lo más hondo de mi conciencia en preciso tiempo que se acerca el día en que vamos a elegir a nuestras nuevas autoridades, tanto para el Gobierno Regional, como para las provincias de Chiclayo, Lambayeque, Ferreñafe y todos los distritos de nuestra jurisdicción.

En todo este contexto existe un caso particular, pues quienes vivimos en la provincia de Chiclayo vemos con desazón cómo nuestro alcalde no ha sido el primer vecino y representante que los chiclayanos quisiéramos nos siga representando.

Su gestión ha estado sumida en escándalos, mentiras, falta de profesionalidad y sin embargo para mal de quienes como yo no vemos en él a una auténtica autoridad, muchos votarán por Roberto Torres Gonzales aún cuando los intereses del Chiclayo penden de un hilo.

Me pregunto si la gente que le otorgará su confianza en las urnas es aquella que vive en el desorden, la desorganización, la mentira y la ignorancia. Cómo entender que alguien que ostenta un título de Economista no ha podido ordenar, planificar y refinanciar en cuatro años la abultada deuda de 227 millones de soles que lacera la estabilidad financiera de la comuna chiclayana.

Comparando lo escrito por Brecht con la realidad local, podemos decir entonces que a aquel que no le importa quién salga elegido como alcalde de Chiclayo es un analfabeto político. ¿Por qué condenar a la provincia a seguir teniendo autoridades como Torres Gonzales si se puede elegir con acierto a alguien que administre, lidere y dirija responsablemente nuestra Heroica Ciudad?
¿No se dan cuenta acaso que por más inversión que se traiga, por más que usted lector se esfuerce en aportar como ciudadano, sino tenemos un líder que aplique su conocimiento para sacar adelante a esta ciudad, liberándola del comercio ambulatorio, del transporte caótico, de la suciedad en sus calles, del descuido de su medio ambiente, de la contaminación sonora y visual en la que nos encontramos, seguiremos condenando a la provincia a la deriva, a la postergación, al aislamiento, a caminar y hacer cada quien a su modo lo que cree está bien para Chiclayo?

No hay hasta ahora ni siquiera en los sueños adolescentes de Torres Gonzáles un plan sostenido de educación con la población en tratamiento de residuos sólidos y mucho menos la hoja de ruta que nos conduzca al desarrollo auténtico, con participación de todos los estamentos organizados de Chiclayo.

La gestión de Torres no ha sido buena, lo poco que ha hecho en pistas, veredas y una que otra obra, ha sido producto de los generosos aportes del Estado dados través del FONCOMUN, aportes que por cierto, en más de una ocasión han sido mal ejecutados y allí están las Avenidas Fiztcarrald, Tomis Stack, Los Tréboles y Vallejos Zavala como testimonio de ello.

Durante los últimos cuatro años no hemos visto a un gestor de aplomo, con autoridad y conocimiento para plantear las soluciones debidas a nuestros grandes problemas como la carencia de un relleno sanitario o de un Terrapuerto. Torres Gonzales no ha sido capaz en cuatro años de señalar el camino correcto para el crecimiento sostenido y organizado de Chiclayo. Si no ha sido capaz de hacerlo, es porque sencillamente y con simpleza no conoce de gestión pública.

Pareciera que cuatro años no le han sido suficientes para aprender todo lo que en cinco se supone le enseñaron en la Universidad Inca Garcilaso de la Vega, casa superior que le dio el título de Economista, con el perdón de los buenos profesionales que allí también se forman.

Si Torres Gonzales hubiese sido un buen economista, ya habría ordenado la casa, nuestra tan venida a menos municipalidad. La casa donde hoy despacha Torres, que es nuestra casa está en falencia económica.

Un profesional con el título que él ostenta hubiera reinsertado al sistema financiero a la comuna de Chiclayo, hubiera atraído a la cooperación internacional para obras de magnitud como saneamiento básico para los Pueblos Jóvenes y distritos por ejemplo.

Si Torres no lo ha podido hacer en cuatro años, entonces ¿por qué y para qué reelegirlo?, ¿acaso para que continúen los escándalos, la corrupción, el desgobierno y el aprovechamiento de unos pocos sobre los intereses de una ciudad de más de 700 mil habitantes?

Y cuidado, cuidado con quién quiera endilgarme que estoy a favor de Arturo Castillo Chirinos, por lo que aquí escribo. Desde ahora digo que cualquier candidato, menos Roberto Torres Gonzales, sería un buen administrador para Chiclayo. Hay 13 candidatos con él y sólo 12 merecen de nosotros una oportunidad, pero como hay que elegir sólo a uno, entonces creo que debe ser al o a la que en su hoja de vida muestre honorabilidad, decencia, ética, principios, valores de los que ha estado muy alejado el señor Torres Gonzales.

El alcalde Roberto Torres le ha mentido tanto a los chiclayanos que una mentira más en la larga lista de su haber político no le hace yaya. Recuerdan que en la campaña pasada dijo que no cobraría sus dietas, que ellas las donaría para los más pobres, ¿ustedes creen que cumplió su palabra? Estoy casi segura que no, y si no es exacto mi escrito, demando que publiqué su labor social y altruista de cómo invirtió sus dietas con los más necesitados de Chiclayo, con facturas en mano, con actas de recepción. ¿Puede señor Torres demostrarlo?, ¿no verdad?

La pregonada prolongación de la Avenida Bolognesi hasta hoy solo ha sido una noticia, la solución al transporte y las cámaras de videovigilancia también. Todo parece indicar que en estos cuatro años la labor más resaltante de éste, nuestro alcalde, ha sido gastar más de cuatro millones en la refacción del Palacio Municipal, cifra que no es exacta, porque aunque no lo crean no existe hasta hoy una liquidación de obra y que me desmientan los regidores si estoy faltando a la verdad, porqué no se sabe a ciencia cierta cuánto se ha gastado en recuperar la joya arquitectónica. Sólo Dios sabe qué hay de irregular. Los arquitectos y el propio alcalde lo saben, pero esta omisión evidencia falta de previsión y de respeto a las normas y a nosotros, los habitantes de la ciudad.

Pero a estas faltas de carácter administrativo se suman las de carácter político y personal. ¿Recuerdan ustedes que estrenando cargo, el alcalde fue acusado de “mentarle la madre” a un oficial de la Policía Nacional?, ¿recuerdan que para que esta falta pasase “piola” tuvo su hermano que “echarse la culpa”, y que el tema no pasó sino como un escándalo sin sentarse precedente de sanción alguna?.

¿Recuerdan también la denuncia de actos de corrupción de dos funcionarios muy ligados a él como Rocky Serquén y Nerio Villarreal?, los dos purgaron cárcel, uno de ellos aún está en el Establecimiento Penitenciario de Picsi, pero a ambos el Poder Judicial de Lambayeque los encontró culpables.

Sumado a ello, Torres Gonzales se ha visto envuelto en serias denuncias de audios y videos escandalosos nunca antes oídos ni visto en Chiclayo. Jamás pasamos tanta vergüenza como la que Torres Gonzales le ha dado a esta noble ciudad. Jamás pensamos que aquel candidato que parecía inocente en el 2006 terminaría siendo tan peligroso para nuestra municipalidad.

El alcalde nos ha demostrado ser capaz de juntarse hasta con el mismo “diablo” para lograr sus ambiciones políticas, no importándole su decencia, no teniendo orgullo, solo primando su postura política y lo digo porque me parece reprochable cómo después de tres largos años de denuncias, insultos y acusaciones con dos regidoras de su actual gestión como Celinda Ortiz Prieto y Elizabeth Montenegro Dávila, ahora éstas se suman a su causa y con negociación de por medio lo acompañan en la plancha municipal reeleccionista.

Y para colocar una cereza en la torta, lo último, último, es la denuncia que le ha interpuesto Liliana Paz ALbujar quien ha señalado tener una hija a quién Torres Gonzales se niega reconocer, por lo que se armó de valor, rompió su silencio y lo demandó por filiación extramatrimonial. Lo que se ha sabido es que el alcalde Torres habría convivido con la joven desde que ella tuvo 14 años, habiendo sido embarazada a los 17 y que producto de esa relación extramatrimonial hay una niña que reclama ser reconocida por lo que deberá practicarse la prueba de ADN. Extraoficialmente se menciona que habrían otros hijos a quien Torres alcanza manutención sin ser reconocidos.

Me pegunto si el ciudadano Torres Gonzáles es digno de ser por cuatro años más nuestro representante, me pregunto y les pregunto si merece una reelección a pesar que su gestión ha estado rodeada de escándalos, denuncias y conforme su actuación de burgomaestre ha demostrado no ser un buen gestor, socializador, integrador y estar carente de equipo técnico y político. Peor aún, me pregunto si merece ser nuevamente alcalde aún cuando a su entorno lo persigue la sombra de la sospecha y el escándalo.

Torres Gonzales tiene más de 100 denuncias en el Ministerio Público, unas archivadas a su conveniencia y otras, muchas otras que el Poder Judicial se encargará de escudriñar. Recuerden que si deja de ser alcalde en diciembre de este año, sobre él pesará la responsabilidad de sus actos públicos hasta el 2020.

Si estas no son razones suficientes para oponerse a la reelección de Torres Gonzales, entonces “chiclayano” elíjalo a sabiendas y luego no reniegue y haga honor a la frase aquella que el “pueblo tiene las autoridades que se merece”.

Tal vez usted lector que no comparte mi opinión lo haga, pero yo no le daré mi voto a una persona que no debería seguir sentado en el Honorable Municipio de Chiclayo. Que después del tres de octubre, Dios nos tome confesados.

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