Depositario y Doliente representan religiosidad popular
Remozados y respetuosos cataquense esperan celebrar su Semana Santa
Hombres y mujeres se mueven en forma rápida y segura en cuanto a sus acciones, cada cual sabe lo que debe realizar, pues el objetivo es único.
En cada uno de ellos sienten que es un privilegio que les otorga la vida, pues estos días, jueves y viernes, el Señor llega por sus casas.
Para los cataquenses la fiesta y el dolor no es solamente de quienes los representan en estos días, Depositario y Doliente.
Por eso ante la llegada de Jesús por su calle, les motiva a reparar las mismas y provistos de escobas, baldes con agua, pintura, cemento, trapos y mucha voluntad limpian sus viviendas, las pintas, arreglan las veredas, limpian vidrios.
Muchos, con orgullo pegan en sus fachadas los afiches.
Mientras tanto en ambas casas. Sea en Lucas Cutivalú como en el jirón Trujillo 780 todo es carreras, pesando y cargando la harina, arroz, buscando los animales para la sopa o el segundo en el caso del jueves santo.
El Doliente por su lado pasa penurias pues, como todos los años, el pescado se puso carísimo y escaso, y los siete potajes del viernes son en base a pescado, mariscos, cangrejos, y otras especies marinas.
Religiosidad
Pese a todo, todos mantienen la Fe muy en alto, pues es un privilegio “servirle al Señor”.
Es justamente ese sentimiento, la creencia en Dios Padre, su hijo Jesucristo, el Espíritu Santo como salvadores de nuestra vida, la que se convierte en el motor de un pueblo que vive plenamente su religiosidad, conforme a sus usos y costumbres.
Por ello están presentes las “zahumadoras”, los “Tutiros”, que son quienes con flautas y tamborcillos, interpretan unas notas aguas de dolor durante la procesión del viernes santo.
Es la malarrabia reconocida y exigida por propios y extraños quienes se deleitan con la gastronomía local, tan sabrosa y variada y que invita acompañarla con su “chicha y clarito”
Son las dos nuevas marchas que se estrenan cada año para acompañar esta masiva procesión. Están representadas con las “tinieblas” que con sus gritos, matracas que se suenan por las noches para alejar a Satanás.
Son sus castillos de fuegos artificiales que se queman con gran jolgorio el domingo de resurrección. Es el templo abarrotado a las 4.00 a.m. para dicha misa y el majestuoso encuentro, al rayar el alba de Jesús triunfante con su madre quien al reconocerle deja el luto y luce un maravilloso vestido de fiesta.
Semana Santa en Catacaos… un experiencia inolvidable.
Remozados y respetuosos cataquense esperan celebrar su Semana Santa
Hombres y mujeres se mueven en forma rápida y segura en cuanto a sus acciones, cada cual sabe lo que debe realizar, pues el objetivo es único.
En cada uno de ellos sienten que es un privilegio que les otorga la vida, pues estos días, jueves y viernes, el Señor llega por sus casas.
Para los cataquenses la fiesta y el dolor no es solamente de quienes los representan en estos días, Depositario y Doliente.
Por eso ante la llegada de Jesús por su calle, les motiva a reparar las mismas y provistos de escobas, baldes con agua, pintura, cemento, trapos y mucha voluntad limpian sus viviendas, las pintas, arreglan las veredas, limpian vidrios.
Muchos, con orgullo pegan en sus fachadas los afiches.
Mientras tanto en ambas casas. Sea en Lucas Cutivalú como en el jirón Trujillo 780 todo es carreras, pesando y cargando la harina, arroz, buscando los animales para la sopa o el segundo en el caso del jueves santo.
El Doliente por su lado pasa penurias pues, como todos los años, el pescado se puso carísimo y escaso, y los siete potajes del viernes son en base a pescado, mariscos, cangrejos, y otras especies marinas.
Religiosidad
Pese a todo, todos mantienen la Fe muy en alto, pues es un privilegio “servirle al Señor”.
Es justamente ese sentimiento, la creencia en Dios Padre, su hijo Jesucristo, el Espíritu Santo como salvadores de nuestra vida, la que se convierte en el motor de un pueblo que vive plenamente su religiosidad, conforme a sus usos y costumbres.
Por ello están presentes las “zahumadoras”, los “Tutiros”, que son quienes con flautas y tamborcillos, interpretan unas notas aguas de dolor durante la procesión del viernes santo.
Es la malarrabia reconocida y exigida por propios y extraños quienes se deleitan con la gastronomía local, tan sabrosa y variada y que invita acompañarla con su “chicha y clarito”
Son las dos nuevas marchas que se estrenan cada año para acompañar esta masiva procesión. Están representadas con las “tinieblas” que con sus gritos, matracas que se suenan por las noches para alejar a Satanás.
Son sus castillos de fuegos artificiales que se queman con gran jolgorio el domingo de resurrección. Es el templo abarrotado a las 4.00 a.m. para dicha misa y el majestuoso encuentro, al rayar el alba de Jesús triunfante con su madre quien al reconocerle deja el luto y luce un maravilloso vestido de fiesta.
Semana Santa en Catacaos… un experiencia inolvidable.
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